Quién pensara visitar esta parte del valle sólo por sus atractivos culturales perdería seguramente la ocasión de ver lugares con gran encanto, con vistas panorámicas como la Cuenca de Comboé, poco más arriba de la ciudad de Aosta, o los Cañones de Saint-Barthélemy, Clavalité, en Fénis, o el de Saint-Marcel.

No faltan naturalmente lagos como el de Chamolé, de Arbole o de las Laures y reservas naturales como la colina del Tsatelet, cima rocosa con unas bonitas vistas a la llanura de Aosta, con sus laderas expuestas al sol; la llamada "Côte de Gargantua" pequeña morrena glaciar, también bastante seca, que según la leyenda fue originada por el dedo meñique, obviamente enorme, del gigante descrito por Rabelais; y especialmente el área húmeda de Les Iles, última huella del aspecto pantanoso de las orillas del Dora.

En al cañón de Saint-Marcel merecen una visita las ruinas de las antiguas minas de manganesio, ya en desuso, pero que conocieron gran fama en el pasado, cuando este precioso mineral era usado por los vidrieros de Murano para dar una espléndida coloración verde a aquellos cristales preciosos, color que todavía hoy se puede admirar en los particulares matices de los cursos de agua de la zona.

Para gozar de un panorama verdaderamente impressionante, se puede llegar de forma fácil y rápida a la estación de Pila y desde allí arriba dejar volar libremente la vista por los grandes macizos del arco alpino... de frente a vosotros aparecerán, en los días claros, todos juntos el Monte Bianco, el Gran Paradiso, el Cervino y el Monte Rosa.